miércoles

Mi rincón Zen con el Bonsai

Al rincón Zen le da el sol por las mañanas, sin duda está en la mejor esquina de mi salón, allí al lado de la ventana que da a la calle, y me pongo tu boina y te digo que no pasas tiempo suficiente junto a los bonsais que crecen en la estantería.
Y encuentro lo que compré ayer y lo cocino a fuego muy rapido, porque sabes que paciencia la justa e innecesaria, mientras pienso en cómo explicarte que hay gente y gente, pero no me salen las palabras que lo justifiquen todo, porque la experiencia ha matado la inocencia, y ya no creo que haya un plan maestro, sino unos cuantos argumentos aleatorios y hacemos lo que podemos.
Entonces viene a mi mente un recuerdo, grande y hermoso, brillante y extraordinario, algo que estaba en mi, que crecía y se alimentaba, pero como un Baobab que crece en un planeta pequeño pronto ocupó todo el espacio y ya no era bonito, sino que era artificial, asfixiante y decadente. Y era falso.
Con el tiempo, aquello se independizó, abandonó el nido y se llevó todo lo bueno, todo lo bueno y lo malo, y por extraño que pareciera los restos que quedaron era la Razón, el Origen, el Alfa, la Verdad y el Corazón.
-¿ves?- y te miro y te ries, y no se si lo entiendes pero es que no lo se explicar mejor.
Dejándolo todo aún más liado que antes de ponerme la Gorra, lo resumo en que eres comida china, libros y series, playa, chupitos y tabacos, eres mi edredón y el té de por la mañana, eres lo flojito y lo suavito, el chocolate y la música, las sorpresas y las sonrisas, los ojos bonitos y la sopa verde, eres jumanji y la manta rosa...
¡eres el bonsai torcido!

No hay comentarios:

Publicar un comentario