miércoles

Mi rincón Zen con el Bonsai

Al rincón Zen le da el sol por las mañanas, sin duda está en la mejor esquina de mi salón, allí al lado de la ventana que da a la calle, y me pongo tu boina y te digo que no pasas tiempo suficiente junto a los bonsais que crecen en la estantería.
Y encuentro lo que compré ayer y lo cocino a fuego muy rapido, porque sabes que paciencia la justa e innecesaria, mientras pienso en cómo explicarte que hay gente y gente, pero no me salen las palabras que lo justifiquen todo, porque la experiencia ha matado la inocencia, y ya no creo que haya un plan maestro, sino unos cuantos argumentos aleatorios y hacemos lo que podemos.
Entonces viene a mi mente un recuerdo, grande y hermoso, brillante y extraordinario, algo que estaba en mi, que crecía y se alimentaba, pero como un Baobab que crece en un planeta pequeño pronto ocupó todo el espacio y ya no era bonito, sino que era artificial, asfixiante y decadente. Y era falso.
Con el tiempo, aquello se independizó, abandonó el nido y se llevó todo lo bueno, todo lo bueno y lo malo, y por extraño que pareciera los restos que quedaron era la Razón, el Origen, el Alfa, la Verdad y el Corazón.
-¿ves?- y te miro y te ries, y no se si lo entiendes pero es que no lo se explicar mejor.
Dejándolo todo aún más liado que antes de ponerme la Gorra, lo resumo en que eres comida china, libros y series, playa, chupitos y tabacos, eres mi edredón y el té de por la mañana, eres lo flojito y lo suavito, el chocolate y la música, las sorpresas y las sonrisas, los ojos bonitos y la sopa verde, eres jumanji y la manta rosa...
¡eres el bonsai torcido!

sábado

Echándote de más.

No me ayuda nada, que me nombres en conversaciones cuando no estoy delante pero si cerca, porque finjo que no lo he oído pero tu sabes que lo hago, y porque con quién tu hablas es con quién yo más hablo, como si te quisieras asegurar que ni una sola parte del mensaje se pierde.

El otro día conté nuestra pequeña historia a alguien que no sabe mucho de mi, curiosamente saliste tu peor parado, intenté defenderte, lo juro, pero quedaste como el malo y ahora no sé qué pensar, no se si adorné la realidad para se pusieran de mi lado, o si conté la verdad más objetiva que fui capaz, y en realidad fue culpa tuya y no mía.

Puede que sea tuya, y entonces la cosa se pone peor, porque me deja a mí de crédula y a ti de cabrón, y no me gusta nada que esa palabra vaya unida a tí, así que seguiré defendiéndote, porque soy imbécil, y esa palabra si va unida a mi nombre, de hecho, está cosida.

Y no paro de acordarme de ti, me fastidia no poder hacerlo más, no es que no me dieras más tiempo para recordar, ¡es que no me diste más tiempo que recordar!

-Porque somos amigos no?-repetías la última vez que hablamos, para quién querías que quedara claro, para ti o para mi?porque para mi no quedó nada claro.